Ayer lancé un par de preguntas a través de mi cuenta de Instagram. La primera pregunta era:
¿Conoces el movimiento #SayHerName?
Si respondían que sí, la siguiente pregunta era que respondiesen cuál era el origen de la campaña. Un 75% de las personas que respondieron no conocían el movimiento #SayHerName. Entre las personas que sí lo conocían y respondieron sobre el origen, muchas de las respuestas hablaban del asesinato de Breonna Taylor o lo relacionaban con el asesinato de George Floyd. Viendo que había cierta confusión, he decidido hablar un poco sobre el tema.
Estamos hablando de un movimiento social que pretende crear conciencia sobre las mujeres y niñas negras víctimas de la brutalidad policial y la violencia anti-negra en los Estados Unidos de America. La intención de esta campaña es múltiple. Trata de aumentar la conciencia de la sociedad y cambiar la percepción pública de que las víctimas de la brutalidad policial son predominantemente hombres. También destaca las formas en las que las mujeres negras se ven afectadas, que están relacionadas específicamente al género y que suponen una afectación desproporcionada hacia las mujeres.
Por otro lado, #SayHerName pretende poner el foco en las experiencias de violencia policial vividas por mujeres y niñas negras. La intención es abrir la puerta a un enfoque inclusivo en cuanto al género a la hora de abordar las cuestiones relacionadas con la justicia racial para que realmente todas las vidas negras importen.
Muchos de los agentes policiales que matan a mujeres y niñas también lo hacen. A estos agentes no se les pide ningún tipo de responsabilidad por sus acciones.
Hay un problema de sesgo que hace que ninguno de esos asesinatos de mujeres y niñas negras —y la falta de responsabilidad por ellos— se haya señalado como ejemplo de la brutalidad policial sistemática. Esta invisibilización hace que los asesinatos de niñas y mujeres negras queden silenciados. Por consiguiente, esta ausencia de denuncia de la violencia contra las mujeres y niñas negras las deja desprotegidas. Sucede además que los nombres de las mujeres y niñas asesinadas caen en el olvido, ya que no existe apenas cobertura informativa ni se pone el foco sobre estos sucesos.
En febrero del años 2015, el Foro de Política Afroamericana (AAPF, African American Policy Forum) creó esta etiqueta con la misión antes comentada. En julio del mismo este foro publicaba el estudio «Say her name: Resisting Police Brutality against Black Women». [«Di su nombre: resistiendo a la brutalidad policial contra las mujeres negras»].
«Este documento está dedicado a las mujeres negras que han perdido la vida a causa de la violencia policial y a sus familias, que deben seguir sin ellas. Estamos muy en deuda con los miembros de las familias que han hablado valientemente para arrojar luz sobre las historias de sus seres queridos. Nos gustaría agradecer a todos y cada uno miembro de las familias con las que hablamos, junto con todos los miembros de las familia que han perdido a sus seres queridos a causa de la violencia policial». Así es como empieza este informe.
El informe «Say her name: Resisting Police Brutality against Black Women» ofrece historias que ponen de manifiesto la forma en las que género, raza y sexualidad puede operar conjuntamente a la hora de explicar el abuso policial hacia las mujeres negras.
La autoría de este informe corresponde a Kimberlé Williams Crenshaw y Andrea Ritchie con el apoyo de Rachel Anspach, Rachel Gilmer y Luke Harris.
Kimberlé W. Crenshaw es una académica afroamericana conocida por sus estudios en el campo de la teoría crítica de la raza. Ella acuñó la teoría de la interseccionalidad en 1989. Por lo tanto, este término que ahora está en boca de tantas mujeres feministas, fue creado y acuñado por una académica afroamericana. ¿El objetivo? Analizar la situación particular de opresión de las mujeres negras.
Este vídeo en el que Crenshaw habla sobre la necesidad de la intereseccionalidad como herramienta de análisis, termina con una performance relacionada con la campaña #SayHerName.
El 13 de noviembre de 1992, Lucrecia Pérez Matos era asesinada en Aravaca. Lucrecia era afrodominicana, tenía treinta y tres años y su asesinato fue considerado como el primer asesinato racista en el estado español. Entre los cuatro inculpados por el crimen había un agente de la Guardia Civil. A pesar de que las condenas para los cuatro sumaban más de ciento veintiséis años, todos los procesados se encuentran en libertad en la actualidad.
Este pasado domingo, 14 de noviembre, la Asamblea Antirracista convocó una concentración en la Plaza Tirso Molina de Madrid para honrar la memoria de Lucrecia un año más. Y ya son veintiocho años los que hace que asesinaron a Lucrecia.
Samba Martine era congoleña. Llegó a Melilla en el verano de 2011. Después de pasar tres meses en el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes), la trasladaron al CIE de Aluche. Un CIE es un Centro de Internamiento para personas Extranjeras. Traduzco: un CIE es una cárcel para las personas migrantes en situación administrativa irregular.
Samba murió en el CIE de Aluche porque no recibió la asistencia médica que pidió hasta en once ocasiones en el mes y medio que estuvo ingresada. De las pocas veces que fue visitada, solo en una ocasión Samba contó con servicio de traducción e interpretación. En la mayoría de las visitas, recibió analgésicos, ansiolíticos y técnicas de respiración. Y en una de las ocasiones, la enfermera que la atendió le inyectó orfidal, que está contraindicado según los síntomas que presentaba la mujer.
Samba murió por la negligencia del equipo médico que la atendía dentro de una instalación habilitada por un sistema estructural y racista. Dos de los encausados están prófugos de la justicia y el único médico encausado fue absuelto en 2019.
Sabemos más o menos qué pasa en Estados Unidos. Sabemos que #SayHerName tomó fuerza tras el asesinato de George Floyd. Por ese motivo muchas personas conocen la campaña. Con la muerte de Floyd en el mes de mayo, se rescató el caso de Breonna Taylor a pesar de que murió asesinada en marzo de 2020. Los agentes de policía que la dispararon a quemarropa mientras dormía se equivocaron de casa en una redada. Su familia todavía espera justicia.
Tenemos muchas más noticias sobre lo que ocurre en los Estados Unidos que sobre lo que ocurre en nuestro propio territorio. Además de eso, siento en que muchas ocasiones el movimiento Black Lives Matter recibe más apoyo que el movimiento antirracista en España y sigue constándome entender por qué, a pesar de que tengo mis sospechas.
El movimiento #SayHerName debería tener su traducción y deberíamos también reconocer y decir los nombres de las mujeres negras que han muerto a manos del sistema de racismo estructural en el que vivimos. Para ello, deberíamos primeramente entender que las muertes por racismo en el estado español empiezan en el Mediterráneo y están causada por la necropolítica de una Unión Europea que se cree una fortaleza inexpugnable a la que las vidas procedentes del Sur Global no tienen acceso.
No las conocemos porque rara vez se las nombra. Sabemos de la suerte que corrieron Samba y Lucrecia. Sabemos de la mujer negra embarazada que recibía insultos y patadas de la policía Nacional en Madrid mientras estaba esposada, porque la violencia policial no cesa. Pero hay muchas más mujeres que mueren por culpa del racismo sistémico y estructural de nuestra sociedad occidental. Y nunca se las nombra. Cuando se habla de las muertes en el mediterráneo solo se las menciona si estaban embarazadas, y hasta en ese caso, se las culpabiliza. «¿Como se atreven a venir en ese estado?», dicen algunas voces. No saben que ese estado es fruto de las violaciones que sufren durante el viaje; pero este tema merecería ser tratado en otro artículo. Hoy hablamos de cómo las mujeres negras son invisibilizadas sistemáticamente cuando se habla de violencia policial y racista.
Soy consciente de que una parte importante de la responsabilidad de esta invisibilización corresponde a la cobertura que los medios dan sobre las noticias. Ponen el foco donde deciden ponerlo y las mujeres siempre salimos pendientes cuando se trata de cuestiones relacionadas con el género. Súmale el factor de la racialización —que en España tiene una cobertura vergonzosa— y el silenciamiento está asegurado.
Siendo este el panorama, está en nuestro poder el que todas esas mujeres no caigan en el olvido. El año que viene habrá una nueva manifestación para honrar la memoria de Lucrecia Pérez. Súmate. Haz que la historia de estas mujeres importe. Movilízate para que las sigamos recordando. Difunde su historia para que más gente sepa lo que les pasó. Hazlo, y no solo por Breonna Taylor. Por Breonna, por Samba, por Lucrecia y por todas las mujeres anónimas cuyas vidas fueron arrebatadas por un sistema racista que se manifiesta a través de la brutalidad policial. Hazlo.
Di sus nombres.
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