Estoy cansada. Muy cansada. No sé si estoy más enfadada que cansada, pero estoy sintiendo emociones que se me llevan mucha energía. Por eso hoy publico este post antes de retirarme unos días de las redes sociales para descansar.
Vivir en un estado blanco supermacista cansa. A veces una va transitando como puede, y otras veces una no puede más y quiere mandarlo todo (y a todos) a la mierda.
Ahora toca hablar otra vez de supremacía blanca. Y que nadie se equivoque: supremacía blanca no es la extrema derecha ni los neonazis ni nada por el estilo. La supremacía blanca se manifiesta en la actitud de muchas personas blancas estos días al entrar en contacto con el dolor y la rabia que expresamos las personas negras ante tanta violencia mortal.
Supremacía blanca es lo que permite que una amplia mayoría de personas blancas vivan de espaldas al antirracismo, sin inmutarse por lo que la jerarquía racial supone para las personas de otros grupos raciales. Total, como a ellas no les toca, ¿por qué deberían inmutarse? Y supremacía también es que, cuando, finalmente, deciden visibilizar algún mensaje antirracista, retuiteen o compartan el tuit de la persona blanca influencer de turno que, ¡sorpresa!, extrae su conocimiento ¿de dónde? De nosotras, las personas negras.
Estoy harta. Estoy hastiada.
Esta mañana leía en las historias de Sani Ladan un tweet de Quinta Brunson. La escritora decía:
Ser negra es tener un buen día y luego ver que otra persona negra ha sido asesinada sin razón. Entonces tienes que pensar/hablar de ello todo el día. O no hacerlo y adormecerte. Es una guerra emocional constante.
Quinta Brunson
Mientras tanto, aún necesitas trabajar y preocuparte por todo lo demás.
Léelo otra vez.
No quiero hablar por nadie más que por mí, porque no considero que me corresponda, pero hay muchas personas africanas y afrodescendientes que ahora mismo estamos derrotadas, cansadas, tristes, haciendo un duelo por las muertes que se ha cobrado la policía en la masacre de Melilla. Y, en medio de todo este duelo, vienen personas blancas, con una osadía tremenda a decirnos que «todas las vidas importan». Como me ha recordado mi querida hermana Zaza, «no todas las vidas importan hasta que todas las vidas importen». A ver si así se entiende.
Es la supremacía blanca la que permite que, después de las denuncias que se hacen desde el movimiento antirracista, vengan personas blancas a preguntar: «¿Qué podemos hacer?». ¿Que qué podéis hacer, personitas blancas? Para empezar, dejadnos espacio para el duelo. En un momento de tanto dolor, no voy a prestaros atención, no voy a haceros de guía, no os voy a orientar y no os voy a decir qué tenéis que hacer. ¡NO QUIERO!
Además, vuestras palabras me suenan dolorosamente vacías. Entráis en los mensajes de una persona negra aleatoria que no os conoce y le habláis de la vergüenza que sentís. Olvidaos de las intenciones (que ya veo venir los comentarios de que las muestras de condolencias se dan con buena intención). A mí no me reconforta. Yo quiero el amor y el apoyo de mis personas queridas, de las que siempre están ahí, pase lo que pase; de las personas con las que he establecido algún tipo de vínculo, aunque solo sea a través de las redes.
No quiero el consuelo de una persona que, llevada por la vergüenza que ha sentido al leer un texto mío, se cuela en mi bandeja de entrada a hablarme de lo mal que se siente y a pedirme perdón, como si eso le eximiera de algo. No hagáis eso, por favor. Dejadlo ya. Dejadnos transitar nuestro duelo, personas blancas. Si queréis hacer algo, que sea otra cosa, pero no os entrometáis en nuestras bandejas de entrada; no os conocemos de nada; vuestras condolencias no sirven. Buscad otras acciones, otra forma de apoyarnos en el dolor, pero dejadnos ser.
Qué tenéis que hacer. Lo preguntáis ahora porque leéis nuestra ira y se os pone la cara colorá de la vergüenza. Entonces, para dejar de sentir la incomodidad, venís a preguntarnos qué tenéis que hacer. Y no tenemos energía para dedicárosla a vosotras. ¿Es que no lo veis? ¿Es que no os dais cuenta de que ahora no tenemos fuerzas para dedicarnos a explicaros qué tenéis que hacer?
Lo peor de todo es que, desde esa supremacía blanca, en vez de comprensión, expresáis indignación. «¡Encima!», dirán algunas, «¡Encima que les preguntamos qué tenemos que hacer, no nos lo quieren decir!». Sí, qué desagradecidas somos, ¿verdad?
El problema es que desde el antirracismo, llevamos décadas diciéndoos qué hay que hacer para desmantelar la supremacía blanca y para trabajar en pro de la justicia social. El problema, queridas personas blancas, es que no estáis escuchando. Así que no vengáis ahora a preguntar qué tenéis que hacer, y menos en estos momentos tan duros.
Buscaos la vida. El tiempo que invertís en preguntar a activistas antirracistas qué tenéis que hacer y esperar que os lo sirvamos en bandeja de plata, haced vuestra parte del trabajo.
Estos momentos son para que nos dejéis transitar el duelo como podamos; no para poneros de nuevo en el centro exigiéndonos que os demos las respuestas que no queréis buscar por vosotras mismas.
Audre Lorde dijo: «Porque soy una poeta negra que hace su trabajo, vengo aquí a preguntarte: ¿Estás tú haciendo el tuyo?». Hoy me hago eco de sus palabras y dejo aquí la pregunta a las personas que me están leyendo: ¿Estáis haciendo vuestro trabajo? Porque no quisiera yo asumir nada, pero en el momento en el que, habiendo tanto contenido divulgativo relacionado con el antirracismo, que vengáis aún hoy a preguntar cómo podéis ayudar es desesperanzador.
Estamos en 2022. Que las personas blancas estén preguntando a las personas negras y de otros grupos raciales qué pueden hacer para colaborar en la alianza antirracista a mí me hace pensar en infinidad de cosas. Sobre todo porque, cuando se trata de otras cuestiones, la capacidad de buscar recursos e información es infinita. Sin embargo, cuando se trata de antirracismo, ¿somos las personas oprimidas las que tenemos que hacer el trabajo que la gente blanca no quiere hacer? ¿Somos nosotras quienes que tenemos que invertir energía en explicar qué hay que hacer porque, si no, cómo vais a aprender? No, amigas. Como dice Basha Changuerra, “la plantación ya fue”. Buscaos la vida.
Y no lloréis. No lloréis porque os leamos la cartilla. No me creo vuestras lágrimas más. No me inmutan. Porque de vuestras lágrimas blancas nace más violencia contra nosotras. Cada vez que una persona negra os marca un límite, vais a llorarles a otras personas blancas, que lo que hacen es venir a nosotras en actitud pasivoagresiva a reñirnos. Corporativismo blanco, lo podríamos llamar.
Os replegáis sobre vosotras mismas, cerráis filas para protegeros las unas a las otras, os da la pataleta del «pues ahora me enfado y no respiro» y venís a nuestros perfiles a violentarnos. Porque no hacemos lo que vosotras queréis. Porque es la supremacía blanca la que os legitima para comportaros de esta forma, y en vuestra mente no cabe que una persona negra, que históricamente ha estado en una escala inferior en la jerarquía racial establecida, señale vuestras conductas problemáticas. Pero luego las de la piel fina y las ofendiditas somos nosotras.
Esa indignación que os invade el cuerpo y que os empuja a mostrárnosla se lleva un poquito de nuestra salud mental, de nuestra energía y, por lo menos en mi caso, de mi esperanza.
Tal vez sea yo la que deba empezar a preguntarse qué puedo hacer.
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