Estimado Daniel,
Estas últimas semanas un par de imágenes en tu cuenta de Instagram causaron mucho revuelo. Eso me hizo pensar de nuevo en el comportamiento de salvadores blancos de mucha gente que viaja a África por turismo o volunturismo y hacen exactamente lo mismo que tú, Daniel. Así que necesito hablar de ello, a pesar de que ya lo hice en su día.
Hay algo que suele preocuparme mucho cuando se trata de la salvación blanca que adolecen las personas occidentales que viajan a países del sur globlal, y es el tema de las intenciones. Cuando a alguna persona, en una de sus fotos en redes sociales, se le señala que está perpetuando la salvación blanca con esas imágenes, la reacción suele ser justificarse diciendo que no era su intención.
No se trata de la intención. Y clamar a las intenciones no es ninguna excusa y mucho menos una disculpa. Se trata del impacto que tienen esas acciones en las comunidades a las que afecta. También se trata de ser capaz de ejercer la autocrítica, y esa es la parte más complicada.
Entiendo, Daniel, que cuando todo lo que recibes por tus fotos y tu experiencia en el orfanato de Kenya son elogios y admiración, escuchar comentarios críticos se vuelve muy complicado. Pero el hecho de que sea un reto, no implica que no haya que hacerlo. Hay cantidad de personas apoyándote y creyendo que lo que haces por el orfanato es admirable. Sin embargo, hay personas que van un poco más allá y se informan, leen y aprenden sobre el voluntariado en orfanatos y sobre el impacto que históricamente han tenido la cooperación y el voluntariado en los países africanos.
Sé que finalmente retiraste dos fotos problemáticas, Daniel; pero creo que solo lo hiciste cuando viste que la cosa se salío de madre, cuando activistas africanos y afrodescendientes y algunos medios de comunicación te ponían en el punto de mira por lo inadecuado de tus fotos.Me preocupa, por tanto, que retirases las fotos solo para escurrir el bulto. Porque no las retirarste fruto de un ejercicio de reflexión. Te sigue casi un millón de personas, Daniel. Habría sido un ejercicio de mucha responsabilidad que hubieses publicado unas historias explicando que habías entendido por qué las fotos no procedían con siderando la capacidad de influencia que tienes en un público mayoritariamente joven.No es heróico
Es innegable que te apasiona compartir tu tiempo entre esas niñas y niños en Mfangano, Daniel. Y es esa pasión y esa alegría la que lleva a pensar al casi millón de personas que te sigue en Instagram que lo que haces es heróico y que tu historia es realmente inspiradora.
De hecho, hay personas que sienten que tu historia es tan inspiradora que pasan a querer hacer algo tan noble, heróico y altruísta como lo que has hecho tú, y entonces contactan con la organización con la que fuiste. Quieren hacer su voluntariado en el mismo orfanato que Daniel Illescas y Sheila Casas.
Lo que pasa es que lo que haces se percibe como heróico por motivos erróneos, Daniel. Lo que haces perpetúa la creencia arraigada de que el continente africano necesita de la buena voluntad de las personas del mal llamado Primer Mundo para salir adelante.
También se perpetúa el turismo de orfanatos y el voluntarismo de orfanatos extendiendo la idea de que las criaturas que están en esos centros necesitan el amor de las personas blancas que van rotando cada quince días. No es tu culpa, Daniel; es culpa de las organizaciones que venden las experiencias de voluntariado como eso: como la posibilidad de ir a llevar felicidad a “los pobres huérfanos negritos”.
Y también es responsabilidad de muchos de esos orfanatos que, conscientes de esa necesidad occidental de hacer el bien, intentan satisfacer esa demanda. El coste es muy alto: se separa a menores de sus familias. Porque tal vez no lo sepas, Daniel, pero cerca del 80% de las criaturas que están acogidas en instituciones no está en situación de orfandad. A esas criaturas se las separa de sus familias, convenciendo a sus cuidadores de que esas instituciones les proveerán mejor educación y mejores cuidados.
Evidentemente, también hay una respondabilidad de las oenegés que, a sabiendas de lo que hay detrás o no, promueven estos voluntariados. Sobre todo porque algunas de estas organizaciones ponen el foco en lo maravillosa que será la experiencia para quien hará el voluntariado y no a las criaturas de la institución. Y eso es problemático en muchos sentidos también.
Los gobiernos de los países donde están localizadas esas instituciones también deberían ser más contundentes. Deberían trabajar por ofrecer soluciones que no pasen por la institucionalización sistemática de esas criaturas. En algunos países ya se está trabajando por ofrecer alternativas que, a la larga, lleven a la desaparición de los orfanatos.
En última instancia, también hay una responsabilidad personal, Daniel. Porque, si no te informas, haces un mal mayor que el bien que crees estar haciendo. Y todas las personas adultas deberían formarnos y educarnos para proteger a la infancia y dejar de vulnerar sus derechos. Y me refiero a toda la infancia; no solo a la de los países occidentales, sino especialmente a la de los países del hemisferio sur.
Los problemas de cómo te muestras en tus fotos en Mfangano no acaban ahí, Daniel. Primero, déjame que insista: parece que has estado trabajando mucho y que lo has hecho colaborando con personas de la comunidad de Mfangano. Y, de verdad, eso es maravilloso. Pero no es eso lo que ven laspersons que se siguen. La gente que te sigue te aplaude a ti. Te celebran a ti. Es a ti a quien se atribuye el éxito. Eres tú quien se lleva la fama por la construcción del comedor en Mfangano. Y eres tú la persona generosa, altruista y desinteresada que está haciendo felices a las criaturas de esa institución. Así que, ¿quién es el héroe en la historia? Tú.
¿Cómo ayudas entonces, Daniel, a cambiar la narrativa? Tu responsabilidad, Daniel, es salir del foco y resaltar el trabajo que las personas de Mfangano están haciendo por su propia comunidad. Porque, si no sales del foco, lo único que ven las personas que te siguen es a ti jugando con los niños o a ti sonriendo entre niños y niñas que también sonríen y nada más. Y eso, aunque creas que sí, no ayuda. Bueno, ayuda a que más gente crea que ese tipo de voluntariado es necesario; pero no ayuda a poner en el centro a las comunidades ni a las personas locales que participan, incluso en muchos casos, lideran esos proyectos.
Daniel, tienes una responsabilidad. No solo tú, obvio. También la tienen todas las personas que hacen el mismo tipo de viajes que tú y que después suben sus fotos a las redes sociales para que quienes les siguen les alaben por su generosidad. Estás en una situación privilegiada para apoyar cambios realmente significativos promoviendo una cooperación mucho más ética y responsable. Be part of it.
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