Sí, ésa soy yo. Una chaquetera. O, dicho de otra manera, y más acertadamente, podría decir que, tal y como te conté, soy versátil. Digamos que, según la situación o el momento, llevo diferentes chaquetas. Cuando digo chaquetas, me refiero a las diferentes facetas que componen mi personalidad.
Cuando estoy con mis hijas, soy la madre que cría, amamanta, colecha, educa respetuosamente, canta, baila y hace payasadas para y con ellas. Cuando estoy en el grupo de apoyo a la lactancia, soy la asesora que intenta resolver dudas, eliminar problemas, la que apoya, contiene, empodera, escucha.
Cuando estoy con mis amigas de fiesta, soy una gambitera que bebe y cierra bares y, si hace falta, se sube al podium más alto a bailar dándolo todo (aunque lo del podium hace tiempo que no lo hago).
Sigo siendo yo cuando hablo de sexo (porque me gusta hablar de sexo, y más me gusta practicarlo; como a la mayoría, supongo), y me pongo picantona, y le encuentro doble sentido a todo.
También soy yo la que disfruta de los días de tranquilidad y soledad en casa, relajada, leyendo, viendo series, haciendo el perezoso en el sofá o en la cama.
Siempre soy yo. Con mis diferentes facetas, cual cubo de Rubik. Pero nunca, nunca dejo de ser YO.
Hay personas que entienden que, en todas esas facetas, con cada una de esas chaquetas puestas, sigo siendo yo. La esencia es la misma. Porque hay personas que entienden que la personalidad la conforman todos nuestros distintos “yo“; esa versatilidad, para mí, es valiosa. Es la capacidad de adaptarse.
Pero hay gente que no concibe que una persona sea multidimensional. Hay quienes no pueden creer que alguien pueda mostrar una parte diferente de su persona según la situación. Me han conocido en una de mis facetas, me ven siempre en ella y, cuando saben de alguna de las otras, se sorprenden. Negativamente, claro; si no, no tendría gracia. Y entonces empiezan los juicios de valor. Que si cómo he cambiado; que si yo antes no era así; que si qué me está pasando…
Y yo digo: no sabes nada de mí. No conoces como me comporto en cada situación. Así que, por favor, no me juzgues. Me da mucho coraje la gente que juzga a los demás a la ligera, sólo porque no se comportan como ellos esperan que lo hagan en una situación determinada.
Así que, resulta que alguien está acostumbrado a ver solo un aspecto de mi personalidad; y cuando conoce otra de más facetas, me critica por ella, habla a mis espaldas. Clama a los cuatro vientos porque no me reconoce, porque he cambiado, porque yo antes no era así. Y se trata de alguien que me ha conocido en una situación muy concreta de mi vida, que no le da para entenderme en toda mi complejidad. Se queda con el hecho de que eso que ha conocido de mí es todo lo que soy, que no hay nada más allá. Y se equivoca, claro.
Por eso creo que tendríamos que andarnos con más pies de plomo a la hora de emitir juicios de valor gratuitos. Entender que todo lo que vemos no es todo lo que los demás son, la mayoría de las veces. Mejor nos luciría.
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11 Comments
Hay gente que es simple y no le da para más. Es magnifico que tengas una personalidad que te permita adaptarte a cada situación y quien no lo entienda, pues mal va. Mil besos!
Muchísimas gracias, Drew! Yo lo entiendo igual; pero mira, tiene que haber gente para todo.
Besos!
Me ha gustado mucho este post. Me siento indentificada.
No entiendo las críticas, con lo bueno y saludable que es ser vérsatil sin dejar de ser una misma en cada una de las diferentes situaciones.
A mi también me pasa y a menudo oigo eso de “como has cambiado”… “no señores”, yo no he cambiado siempre he sido así, quizás la pena de quién me critica es no ha tenido el privilegio o las ganas de conocerme en otras facetas de mi vida para ver como realmente soy.
Olé tu comentario, Tris! El “cómo has cambiado” me repatea sobremanera!
Besos!
Ebony: tienes razón. En primer lugar, hay que tener más cuidado a la hora de hablar. Hay cosas que hacen daño. Hay que ser cauto y respetuoso cuando se dan las opiniones. Y sí, todos hablamos a veces más de la cuenta. No se puede juzgar a la ligera. Siempre hay una razón para todo. Muchas veces, detrás de ese juicio, de esa opinión o de esa crítica hay sólo una cosa: Envidia!!
Ay, Belén, mi niña! Si todos fuésemos algo más empáticos seríamos, por ende, entenderíamos que ese tipo de comentarios no proceden. Pero como no lo somos y estamos cargados de prejuicios, pasa lo que pasa.
También es verdad: detrás de esas críticas suele estar la envidia… o el miedo.
Besos.
Lamentablemente hay que darte la razkn. Y digo lamentablemente porque todos deberíamos de ser conscientes de nuestro armario ropero.
yo estoy en proceso de desempolvar chaquetas y sacarlas de nuevo a la palestra. Las echaba de menos.
Sigue con tu cambio incesante de chaquetas que tienes mucho gusto!!
Bienvenida! Qué gusto leerte por aquí! Es lo que le digo a Belén: la gente que habla es porque sólo tiene una chaqueta, y no entiende que hay gente que un día lleva una gabardina, otro día una chaqueta tejana, y otro día una chaqueta de cuero.
Me alegro de que tú estés desenpolvando las tuyas!
Gracias por comentar y besos!
Pues a mí me gustas con todas tus “chaquetas”. Besos guapa!
Ains, guapa!! Muchísimas gracias!
Mil besos!
Eso es, Lady! Seríamos de una aburrido horroroso! Y eso, nunca!