De tetas… y campanas navideñas

El sabado por la mañana la idea era ir a la tienda Abacus, para que las Chocolatinas participaran en el taller infantil de manualidades que organizaba la tienda. El taller se titulaba “Decoramos la Navidad”, estaba orientado a niños de tres a doce años, y consistía en que los niños creasen adornos navideños.

Así que las Chocolatinas estuvieron decorando una campana navideña. Abacaus se ha quedado los adornos para decorar la tienda. Ésta ha sido la elaboración.

El próximo fin de semana, la actividad programada es “Construye la Navidad con Lego”; seguro que también será muy divertida. Espero que podamos asistir, y te lo pueda contar.

Y mientras las Chocolatinas estaban en el taller con el socio, yo estuve en el hospital (no te me asustes, que ahora te lo cuento). Recibí una llamada de una chica que acaba de tener un bebé y estaba teniendo algunos problemas con la lactancia, y me pidió si podía pasarme al hospital para echarle una mano. Y allí que me fui.

Resultó que la pareja recién estrenada en su paternidad son conocidos míos; estuvimos hablando bastante rato, porque justo un poco antes de que yo llegara se habían llevado al bebé para bañarlo; así que aprovechamos el rato para resolver algunas dudas. El tema es que en el hospital, a la que vieron que el niño tenía alguna dificultad para cogerse al pecho, le dieron un par de biberones y a la madre le pusieron una pezonera; y, sin la pezonera, el bebé no se cogía al pecho y no quería comer.

Les estuve recomendando diferentes posiciones en las que amamantar al pequeño y, aunque no conseguimos una toma sin pezonera, sí conseguimos que el bebé hiciese una buena toma (la más larga que había hecho en 48 horas de vida), que tomase bastante leche, y se quedase tranquilo y relajado. Y los padres también.

Me resulta de lo más satisfactorio saber que, con lo que sé de lactancia puedo ayudar a una madre, tranquilizarla, y dejarla con la sensación de que ella puede alimentar a su bebé. Es tan poco en verdad lo que hago, pero las madres sienten muchísima gratitud. Y eso, para mí, es impagable.

Así que me perdí a mis pequeñas haciendo sus primeros adornos de Navidad, (aunque es posible que compremos el kit para hacerlos en casa), pero me sentí muy bien pudiendo ayudar a una madre recién estrenada que se encontraba inmersa en un mar de dudas. La buena obra del día.

Por la tarde salimos a buscar el calendario de adviento (sí, tarde. Yo soy así). Nos acercamos a Imaginarium, donde habíamos visto uno que nos había gustado bastante; pero lo malo de bajar de la parra tarde es que, para cuando tú llegas, los demás ya se lo han llevado todo. Así que se me ocurrió telefonear a Abacus para preguntar si tenían, y me dijeron que sí. Y allí que nos fuimos.

Iba a coger uno cualquiera, pero mi amiga A., que es la responsable de texto de la tienda, me enseñó el de Playmobil. Y en casa somos muy fan de Playmobil, así que, fue verlo, y decidir que era ése el que nos íbamos a llevar. Las chocolatinas se pusieron como locas cuando lo vieron.

En este calendario las ventanillas, en vez de dulces, contienen los juguetes que conforman la imagen, así que cada día se abre la ventanilla, y se coloca uno de los juguetes en el escenario. Como era sábado, abrieron de golpe tres ventanillas y salieron el saco de cartas, y el domingo abrimos la que correspondía, así que ya estamos al día.

Como algunos niños de la clase de Chocolatina Mayor tienen calendarios de adviento con chocolate, les compré unos Kinder Schocobon y, cuando habre una nueva ventanita, les doy uno.

El domingo fue un día tranquilo; de no salir de casa, de hacer muy poca cosa. De vez en cuando, los días tranquilos también me sientan bien.