Quiero hacerte esta pregunta: ¿alguna vez has oído o dicho que el racismo es cosa de unas pocas personas? Yo lo he oído bastante. De hecho hay personas que consideran que el racismo ha desaparecido y que tan solo algunas personas, de forma muy residual, son las que cometen actos racistas. ¿Te resulta familiar lo que te digo?
Si es así, hoy quiero desmontar esa idea, ya que el racismo es algo estructural que nos afecta a todas las personas; si bien es cierto que, en el conjunto de la sociedad, son menos las personas que expresan ese racismo en forma de agresión verbal o física. Estos actos puntuales son lo que solemos identificar habitualmente como racismo, aunque desafortunadamente va mucho más allá.
Cuando llevas creyendo la mayor parte del tiempo que el racismo es una cuestión individual, porque eso es lo que se nos ha inculcado, aceptar que esa respuesta no era la correcta, genera sentimientos encontrados. Esa sensación de contradicción es habitual. Es probable que la sientas porque, si aceptas que el racismo no es una cuestión individual, también te implica a ti. Y cuando siempre has considerado que no eres racista, asumir que tienes parte de responsabilidad escuece, interpela y desconcierta. Te explico por qué.
Asumir la responsabilidad escuece porque no nos gusta ver en nosotras mismas actos reprobables que vemos en otras personas. El racismo es algo lo suficientemente detestable como para que no queramos que se nos relacione con nada que tenga que ver. Revisarse y empezar a reconocer actitudes pasadas o presentes que se consideran racistas es doloroso.
Esa misma asunción de responsabilidad interpela porque ahora que sabes que el racismo es una cuestión que va más allá de lo que creías y que, por tanto, tienes parte de responsabildiad, te sitúa en una posición en la que te preguntas qué vas a hacer a partir de ahora.
Y por último, llega el desconcierto: estás en el punto en el que sabes que debes hacer algo. Se te pide que pases a la acción sin que sepas muy bien qué implica ni cómo hacerlo. Esto rompe tus esquemas porque ahora resulta que hay conductas, situaciones y comportamientos discriminatorios que van mucho más allá de lo que creías, y te toca revistarte. Lo dicho: desconcierto.
Hoy quiero ofrecerte una forma de resolver esa sensación de desasosiego que puede causar descubrir que en ti hay conductas, comportamientos, creencias y hasta afirmaciones que, sin que lo sepas, son discriminatorias. Y esa solución pasa por integrar el antirracismo como parte de tus valores y los de tu familia.
Incorporar el antirracismo como parte de los valores familiares hará que también se los inculques a tus hijas e hijos, y para eso será necesario que inicies en el seno de tu familia una conversación permanente sobre el racismo que os lleve a contribuir a la creación de una sociedad más justa para todas las personas.
Si incorporas el antirracismo como parte de los valores familiares estarás formándote, educándote y creciendo y, además, les estarás dando a tus peques la posibilidad de crecer desarrollando un espíritu crítico prácticamente de serie, que no les suponga deconstruirse para reconstruirse en el mismo nivel que tuviste que hacerlo tú, y que he tenido que hacer yo también, por supuesto.
Con la idea de que puedas formarte, aprender y transmitir todos estos valores a tu familia y, sobre todo, a lxs más peques, he creado el taller Educación antirracista para familias. Con esta formación te ofrezco:
El curso se desarrollará durante cinco sesiones semanales consecutivas que darán comienzo el próximo 4 de noviembre y terminará el 2 de diciembre.
Estoy segura de que el respeto por todas las personas forma parte de los valores que quieres transmitir a tu familia, y para transmitir ese respeto hacia las personas racializadas, necesitas formarte. Pincha aquí para leer con más detalle el contenido de la formación Educación antirracista para familias. Si tras leerla, tienes preguntas, estoy aquí para ayudarte a resolverlas.
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