De todo un poco
Este fin de semana ha sido uno de ésos que parece que no haces mucho, pero en verdad sí que haces.
El sábado por la tarde lo pasamos con mi familia por parte de padre. La cosa es que le habían organizado una fiesta sorpresa a mi padre, con motivo de su jubilación. La fiesta se organizó con la colaboración de familiares, amigos y clientes (de su asesoría).
Se le hizo entrega de una placa grabada, y en un proyector se iban mostrando fotografías de mi padre; también hubo parlamentos de familiares, y de personas a las que mi apdre ha ayudado a lo largo de su carrera profesional, y que estaban de lo más agradecidas.
Y después, fotos. Muchísimas fotos. Y un (pequeño) piscolabis -lo pongo entre comillas porque, de pequeño, nada-.
Lo pasamos muy bien; me gustó mucho ver a mi padre tan emocionado y sorprendido por la cantidad de gente que se reunió para darle las gracias y felicitarle; ¡si es que me felicitaron hasta a mí!
La verdad es que me gustó muchísimo ver allí a tanta gente reunida que aprecia, quiere y admira a mi padre. Porque la verdad es que muchísimas de las personas que se reunieron allí le admiran y le están muy agradecidas. Se me acercaron muchas personas a decirme lo mucho que mi padre había hecho por ellas, y cuánto significaba mi padre para todas ellas. Me sentí muy orgullosa de mi padre.
En otro orden de cosas, la reunión me sirvió para reencontrarme con una parte extensa de la familia a la que no veo mucho, y conocer a algunos que no conozco (te lo conté aquí), así que fue una tarde de encuentros y reencuentros.
Las Chocolatinas se lo pasaron bien al final. Y digo al final, porque Chocolatina Mayor se bloqueó en cuanto llegamos; que le deba vergüenza y no quería estar. Y estuvo más de una hora (creo, y no exagero) en el vestíbulo, porque no quería entrar. Chocolatina Menor, en cambio, entró conmigo, saludó a su abuelo y a su tío, y estuvo allí la mar de tranquila.
Al final Chocolatina Mayor cambió de parecer, decidió entrar, merendó y estuvo jugando con otras niñas que había en la sala. Y terminó pasándolo pipa, por supuesto.
Después de recoger el local, ayudamos a llevar algunas cosas a casa de mi padre, y nos quedamos un ratito allí con algunos de mis primos; las Chocolatinas picotearon algo y vieron un trozo de una película. Sobre las diez pasadas cogíamos el coche de vuelta a casa; las niñas se durmieron en el coche, agotadas. Fue un buen día.
Ayer domingo pasé la tarde con una de esas nuevas viejas amigas. Quedamos para comer y pasar la tarde charlando, poniéndonos al día; compartiendo confidencias y risas, sobre todo risas.
Estuvimos comiendo en un restaurante italiano; papardelle para ella, pizza para mí, y ensalada césar compartida. Todo regadito con una botella de lambrusco rosado.
Fueron unas cuantas horas, que se acabaron haciendo cortas; después de la comida, la sobremesa fue en otro bar, donde tomamos un té y un café, y seguimos charlando y explicándonos mil cosas… y presenciando una puesta de sol preciosa en primera línea de mar.
El tiempo pasa rápido cuando la compañía es buena; y como nos quedamos con ganas de más, está claro que habrá que repetir.
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6 Comments
Eso llamo yo un fin de semana completo. me alegro de que la celebración de lo tu padre fuera bien, que linda eres… Un besito y buen comienzo de semana!!!
Gracias, Maria; fue estupendamente bien!
Besito y feliz semana para ti también.
La comida tiene una pinta mortal, tu si que sabes!
El homenaje a tu padre tuvo que ser muy emotivo, que bonito que te reconozcan así toda una trayectoria, enhorabuena! Muchos besos linda!
La comida, de lujo nena; riquísimo todo! Y lo de mi padre, genial, ya has visto.
Besos!
Me alegro de la celebración de tu padre, es un placer celebrar una vida con el actor principal al lado.
Besos
Muchísimas gracias, Pilar.
Besos.