La cuestión de qué pueden hacer las feministas blancas por las feministas negras es una pregunta que aparece con frecuencia en entornos en los que algunas mujeres blancas empiezan a tomar conciencia de que lo de “nativa o extranjera, la misma clase obrera”, entre otras cosas, está muy lejos de la realidad. De la misma forma que saben que hay una brecha entre géneros creada, legitimada y sostenida por el patriarcado, algunas mujeres empiezan a entender que también hay una brecha causada por la racialización, creada, legitimada y sostenida por el racismo.
Yo necesito que la interseccionalidad que tanto se nombra, y que llena tantos eslóganes en bolsas de tela y chapas, sea una realidad. Y para eso hay algunas cosas que es necesario que las personas blancas, y sobre todo las feministas, se apliquen ya. Porque a muchas mujeres feministas se les llena la boca hablando clamando al feminismo insterseccional y luego son las primeras que ejercen violencia sobre las mujeres negras. Así que aquí vengo con seis cosas a tener en cuenta.
Reconoced que tenemos agencia política y discursos propios. Dejad que nos expresemos cuando se trata de la interseccionalidad entre género y raza. No necesitamos que nadie hable por nosotras. Solo necesitamos los espacios para hacerlo.
Soy consciente de lo difícil que esto es a veces. A las personas de Occidente se las ha educado mucho en eso de dar voz a las personas que no la tienen, a ser la voz de los sin voz y eso tendría que desaparecer ya de los discursos buenistas y paternalistas.
Cada vez que se niega este reconocimiento, se perpetúa la infantilización a la que se nos tiene sometidas como mujeres negras. Cuando se nos niega este reconocimiento subsiste la creencia de que somos mujeres indefensas que necesitamos del feminismo blanco hegemónico para que nos represente y se nos niega el derecho a expresar nuestras propias reivindicaciones.
Me atrevería a decir que esto va de la mano de lo que he explicado en el punto anterior sobre el reconocimiento, en realidad.
El feminismo blanco no sabe más que las propias feministas negras sobre nuestra propia experiencia, así que no es necesario que nos expliquéis cómo deberíamos sentirnos, ni cómo deberíamos tomarnos las cosas. Aprended a respetar los discursos de los feminismos negros sin tomar el protagonismo, sin explicarnos el racismo haciendo referencia a toda la bibliografía que sois capaces y minimizar mi experiencia. La mía o la de cualquier otra mujer negra. Es nuestra experiencia sobre racismo; o sea, sobre una cuestión específica que las feministas blancas sabéis porque habéis leído o porque os han contado y no porque lo hayáis vivido, así que toca escuchar con disposición de aprender.
Esto es importante, porque muchas veces el feminismo blanco da demasiado valor a la academia, a la teorización y desmerece el conocimiento adquirido a raíz de las vivencias y las experiencias. El racismo es algo que atraviesa demasiado mi existencia como para que desmerecer mi experiencia porque no haya una base teórica desarrollada que respalde lo que siento.
Y otra cuestión relevante: cuando una mujer negra describe una experiencia racista, es muy osado decirle que lo que explica no es racismo. Lo es sobre todo porque una persona blanca no tiene esa experiencia. Y lo es porque negar experiencias ajenas es algo que jamás debería. hacerse.
Hay muchísimas conductas y expresiones racistas. ¿Por qué? Porque vivimos en países que han sido colonizadores y el racismo es estructural.
Hace apenas cincuenta años España todavía tenía colonias; de hecho España y muchos países europeos, junto con Estados Unidos, siguen en las mismas, ahora con el neocolonialismo. Después de siglos y siglos de colonización, hay que ser consciente de que todas esas conductas colonialistas no se han eliminado. Así que no, la esclavitud y el colonialismo no son cosas pasadas porque impregnan muchas creencias, conductas, comportamientos, frases hechas y refranes.
Hey, ¡es que hasta yo tengo que revisarme constantemente! Porque soy afrodescendiente, sí; pero también me he criado en la misma sociedad occidental. Me he criado aprendiendo la misma versión de la historia, así que también tengo que revisarme.
Además, tengo que reaprenderme y reconstruirme mientras vivo en una sociedad que tiende a negarme, ningunearme y silenciarme constantemente. Yo también reviso mis conductas racistas, porque me he criado y me han educado en la misma estructura opresora.
Por lo tanto, si llega una persona no blanca y os señala una conducta racista, un comentario racista o un lo-que-sea racista, abrid los oídos y, antes de negar sistemáticamente que esa conducta sea racista, tomaos un momento para revisarla. Dad espacio para aceptar que el punto de vista de la otra persona también puede ser válido… y que vuestro punto de vista también puede ser cuestionado.
Es importante hacer esto, porque siempre se toma Occidente como la única fuente válida de conocimiento, y va llegando el momento de admitir que esto no es así.
Sabemos que el racismo es estructural, sí; pero las estructuras están integradas por personas. Así que pretender que cambien las estructuras sin hacer un trabajo de revisión personal es algo bastante difícil y, para mí, incomprensible.
Y aquí un símil para que se entienda la mar de bien: en cuestiones de afrofeminismo, vosotras, como mujeres blancas sois quienes detentáis la situación de privilegio y quienes, por tanto, podéis oprimir. Igual que los hombres. Así que, en este caso, las mujeres negras somos doblemente oprimidas: por los hombres (blancos y negros) y por las mujeres blancas.
Remarco esto porque hay quienes creen que, por ser sujetos oprimidos no pueden oprimir a otras personas, y nada más lejos de la realidad. De hecho, en muchas ocasiones, e incluso en actividades y eventos feministas, las feministas racializadas son violentadas por supuestas compañeras feministas sin ningún tipo de miramiento.
Lamentablemente, las personas blancas siempre son más escuchadas cuando se habla sobre racismo, por esto pasa eso tan curioso de que en muchas asociaciones que luchan contra el racismo, el número de personas negras parece que sea para cubrir el cupo y decir que, ¡eh!, tenemos a un negrito o a una negrita… pero el negrito o la negrita está de florero y muchas veces no tiene ni voz.
También pasa que se organizan eventos para hablar de racismo sin quienes lo viven a diario, o sea, sin personas no blancas. Y, pregunto, ¿nadie tiene que decir absolutamente nada de que cuatro señores o señoras blancas hablen sobre racismo sin haberlo experimentado jamás en su vida? Lo digo porque, cuando se trata de cuestiones feministas, nos llevamos muy pronto las manos a la cabeza cuando en un debate en el que solo intervienen hombres se tocan cuestiones relacionadas con las mujeres y las feminidades. Pero parece que cuando se trata de racismo, no se ve la incongruencia cuando solo hay personas blancas en un debate en el que se habla de racismo.
Usa tu privilegio de forma positiva, compañera. Y para que lo hagas, te propongo un par de ideas: colabora en la difusión de los mensajes del activismo antirracista (siempre citando tus fuentes, por favor y gracias), sobre todo cuando se trate de espacios en los que solo haya personas blancas. Otra forma en la que puedes usar tu privilegio es asegurándote de que en los eventos feministas a los que asistas hay diversidad étnica y racial. Incluso, si eres ponente en algún evento, puedes preguntar si hay diversidad étnica y racial entre las personas ponentes y, si no hay, podrías hasta negarte a participar si no existe esa diversidad.
No hay necesidad de que estar en todos nuestros espacios. En ocasiones, las personas negras necesitamos espacios para debatir de forma segura. Esos espacios deben ser libres de personas blancas. Voy a ir más allá: las mujeres negras necesitamos a veces también espacios libres de hombres negros cuando se trata de cuestiones afrofeministas.
Hay que aprender a respetar esa necesidad. Si el espacio es mixto, cualquier persona es bienvenida; si no lo es, no lo es. Se acepta y ya.
Yo creo (a veces ingenuamente), que desde el feminismo blanco esta necesidad se comprender porque es lo mismo que desde el feminismo se reclama a los hombres: el respeto a los espacios no mixtos sin la presencia de hombres. Pues ahora toca que aplicarse el cuento y, por eso del sisterhood, arribar el hombro y plantearse algunas de estas cuestiones, aunque evidentemente hay muchas más.
Con calma, que es un proceso largo.
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