Como muchas otras personas afrodescendientes con perfil en redes sociales, con frecuencia recibo mensajes de gente que me escribe por diferentes motivos, entre los cuales predominan los siguientes:
En el primer caso, la persona que me escribe me cuenta esa experiencia con bastante detalle, incluyendo cómo intentó rebatirlo, cómo lo logró o no y cómo se sintió al respecto. Y lo habitual es que esa persona se sienta abatida y desanimada, sobre todo si el encontronazo y la discusión ha sido con una persona cercana.
Si se trata de un contenido localizado e identificado supuestamente como racista, la persona me lo envía —en muchos casos sin siquiera advertirme de si ese contenido es violento o no— para que yo le confirme si efectivamente el contenido es racista. No lo tiene claro del todo y me escribe para que yo despeje la incógnita. En el peor de los casos, me indica que vaya a la cuenta que compartió el contenido a señalarlo como racista.
Cuando se trata de preguntarme por definiciones como la apropiación cultural, la persona me suele decir que se lo explique, o que le gustaría saber mi opinión, porque de verdad quiere entenderlo.
Siento que las personas que me escriben lo hacen con buena voluntad. Quieren ayudar y no tienen muy claro cómo hacerlo. Se sienten confusas. Entiendo que me escriben, sea por un motivo o por otro, porque consideran que soy alguien con unos conocimientos o una experiencia determinadas que les pueden ayudar a salir de dudas, y busca mi validación o conformidad. Esas personas han actuado ante una situación de injusticia, han rebatido un argumento racista y sienten la necesidad de que yo les diga si lo que han hecho está bien o no. O consideran que, como comparto contenido racista, pedirme una explicación sobre un concepto no es tanto y, es más, debería hacerlo.
Este mensaje va dirigido a las personas que sienten la necesidad de acudir a mí o a otras activistas antirracistas cada vez que llevan a cabo una (sí, una) acción antirracista: no somos vuestro confesionario.
Tú te declaras antirracista, ¿verdad? Pues entonces lucha contra el racismo, porque ya sabes quiénes son las personas que, en tu entorno cercano, lo expresan. Lo sabes.
Si quieres ser de utilidad, haz eso: combate las actitudes racistas. En público, donde otras personas te vean; en privado, donde nadie te vea. En fiestas a las que te inviten. En todas partes. Cada día. A todas horas y en todas partes. Pero no vengas a contármelo porque no soy tu confesora.
Tú tienes la necesidad de que yo te anime y te diga lo bien que lo estás haciendo. ¿Te has planteado si yo tengo la necesidad de saber lo que estás haciendo? Tu mensaje me sitúa, nos sitúa a todas las personas activistas, en una situación de incomodidad. Me obligas a tener que tomar una parte de mi tiempo para reconfortarte.
Yo estoy expuesta al racismo de forma constante y cuando lo expongo, me enfrento a miradas de interrogación y cuestionamiento, me enfrento a persona que van a invalidar mi experiencia y me sentir porque «es que no puedes tener la piel tan fina, Desirée» o porque «tú lo que tienes que hacer es trabajarte un poquito más la autoestima para que estas cosas no te afecten». Pero de repente, ¿tú te llevas un mal trago en una conversación racista y me escribes para que te reconforte? Esto no funciona así.
Además, si eres una persona blanca, tu existencia no está marcada a diario por el racismo. Así que, cuando se te pase el disgusto, seguramente seguirás ocupándote de otras cosas. Ese es un privilegio que una persona afro como yo no puede disfrutar. Por tanto no es justo que, además de tener que gestionar y sanar mis propias experiencias racistas, tenga que cargar con las tuyas.
Han acusado a Adele de apropiación cultural por su atuendo y su peinado en el carnaval de Notting Hill y me mandas la publicación por mensaje privado y me dices «me gustaría saber tu opinión». Alguien ha hablado de apropiación cultural y me escribes para pedirme que, por favor, te lo explique porque lo quieres entender.
Lo que voy a decir no es una novedad, pero creo que es una buena oportunidad para hacer un recordatorio: las personas que hacemos activismo antirracista no tenemos el deber de ser pedagógicas 24/7, a todas horas. Considero que hay un gran malentendido con respecto a eso y por eso no está mal repetirlo de vez en cuando.
En mi cuenta de Instagram, de tanto en tanto, comparto el sticker de preguntas para que las personas que me siguen me hagan preguntas, pero siempre remarco que esas preguntas no sean sobre activismo. Hace poco una persona respondió a ese sticker diciéndome: «¿por qué no se te pueden hacer preguntas sobre activismo si eres activista?». La respuesta es múltiple.
Por un lado, no soy solo activista. Mi trabajo como activista no es lo único que me define; esa es tan solo una de mis facetas. Pero esa no es la última respuesta. La cuestión se que, en el momento en el que yo marco una condición —no preguntar sobre activismo—, y aún así la ignoras, no respetas los límites que yo marco. Y, por poner una razón más, aunque no sería la única, el hecho de que solo te resulte una persona si habla de lo que tú quieres que hable es algo utilitarista. Yo marco mi línea editorial, así que a veces puede darse que quiera hablar de otras cosas.
Pretender que las personas racializadas hagamos activismo y justificar esa imposición con que «es que, si tú no me enseñas, cómo pretendes que aprenda» es intentar escurrir el bulto y librarte de tu parte. Tienes que hacer tu trabajo. Y tu trabajo es formarte, no buscar que siempre la activista antirracista de guardia te resuelva la papeleta.
Si te interesa saber cómo puedes hacer tu parte del trabajo y formarte, tienes múltiples formas:
Plantéate por qué te consideras antirracista. Piensa cuál es la motivación detrás de tu deseo de aportar al antirracismo. ¿Lo haces por la necesidad de reconocimiento de las personas racializadas, y para desmarcarte demostrando que #NoTodasLasPersonasBlancas son iguales? ¿O lo haces porque tienes el convencimiento de que el racismo es un sistema que debe ser derribado? Solo cuando hayas encontrado la respuesta serás capaz de ponerte en marcha con tu activismo.
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