Desde hace poco he empezado a colaborar con otro programa de radio, esta vez en Catalunya Ràdio. Se trata del programa «Les dones i els dies», que acaba de empezar su segunda temporada.
En mi primera colaboración, he hablado sobre la infidelidad, y sobre cómo se castiga más a las mujeres que a los hombres por esta cuestión.
Te dejo, a continuación, mi pieza. Está en catalán, así que debajo te dejo la traducción, por si la necesitas.
La infidelidad, los cuernos… ¿menudo tema, eh?
De entrada habría que preguntar dónde empieza la infidelidad. O quizás podríamos poner el foco en la monogamia, en sí es sana y natural. No sé. Son preguntas que me hago.
En cualquier caso, lo que queda claro es que, con la infidelidad, como con otras muchas cosas, socialmente se usa una doble vara de medir por la que las mujeres salimos peor paradas que los hombres hasta el punto de que, cuando nos enteramos que algún tío le ha puesto los cuernos a nuestra colega, culpamos a la otra mujer y, de repente, se nos olvida la parte de responsabilidad del tío, que se diluye para poner el foco en la otra: la fresca , la traidora, la que rompe una pareja, la que destroza una familia…
Si la mujer es quien tiene la aventura, la retahíla de insultos no tiene freno: es lo que tiene vivir en una sociedad patriarcal y misógina; pero… ¡ay! ¡Ay cómo esta mujer no sea blanca! Entonces somos las que venimos de fuera a robar a los maridos, a seducirlos con nuestra fogosidad o nuestro exotismo, malditos sean ambos calificativos.
Somos de fuera aunque hayamos nacido aquí. Y cuanto más oscura es nuestra piel, más de afuera se nos considera. Entonces la infidelidad, algo que no tiene nacionalidad ni color, se justifica con una serie de estereotipos que conforman el imaginario de lo que somos las que somos de fuera. Y empieza el juego del “yo no soy racista, pero…” que termina con unas afirmaciones rotundas que corroboran que el “pero” de la frase niega lo enunciado anteriormente.
Al final resulta que vivir en una sociedad que se cree que no es racista destapa el racismo más sutil, arraigado e inconsciente incluso cuando ocurren cosas tan cotidianas como unos cuernos. Para pensar en ello, ¿no?
Si quieres escuchar el programa completo, pincha aquí.
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