La semana pasada hice un post diferente para contarte mi opinión sobre los premios Mujer IT de Mujer Hoy, pero sabes que los jueves es el día de las lectoras… ¡y de los lectores! Volvemos a la normalidad tras el paréntesis de ayer, y hoy quiero que conozcas la historia de Lina.
No conozco a Lina personalmente, pero tengo contacto con ella. Me encanta leerla siempre, porque es una mujer que irradia positivismo. Y sabes que me gusta mucho la gente positiva. Pues Li lo es. Por eso me siento en sintonía con ella.
Li siempre me dice que soy “muy jefa”. Lo que no sabe es que yo también son muy fan suya. Vamos, que la adoración es mutua.
Y con la maravillosa melena que tiene, y viviendo en Londres como vive, motivo por el cual la odio en silencio porque tiene acceso a cantidad de productos a los que en España no -es broma, Li querida, ya sabes-, me apetecía que se animara a compartir la historia de su cabello.
Cuando se lo propuse, Li no se lo pensó mucho, aceptó de buena gana y por eso vas a leer a continuación su historia.
Para empezar a hablar de mi afro journey, tengo que empezar desde mi niñez. Soy mestiza (no me gusta mucho la palabra mulata desde que descubrí el origen de su significado), de padre guineano y madre sevillana; y sí mi madre es la blanca. Y por suerte el tándem de madre blanca – hijas con pelo hiper rizado funcionó. Nos llevaba, a mi hermana y a mí, siempre monísimas. Nos cuidaba el pelo mejor que me lo cuido yo ahora.
Pero llegó la adolescencia, ¡ay maldita adolescencia! Y como buena adolescente me encargué de copiar estereotipos que veía cada día. Yo también quería tener un pelo largo, mover la melena como los pelos Pantene, llevar diademas como mis amigas y pasar mis dedos por mi pelo. Así que, empecé a alisarme el pelo. Un par de veces con productos químicos.
Y entre alisados y trenzas mal cuidadas fui pasando los días. Cierto es, que mi pareja me decía a menudo “déjate tu pelo natural”, pero yo quería ir como lo que veía a mi alrededor, a lo que te acostumbras a ver.
Hasta que un día ya no solo era mi pareja. Varias amigas me decían “prueba a dejarte tu pelo natural”. Y así es que me fui animando, pero no me atrevía a cortarme el pelo. Tenía pánico y busqué una alternativa. Me hice una permanente rizada para igualar el pelo, ya que con los alisados tenia medio pelo “liso” y raíces rizadas.
El resultado fue un pelo ¿ondulado? Con suaves ondas, pero que no se notaba tanto la diferencia con el pelo que iba creciendo. A medida que pasaba los meses el pelo se iba rizando más y más.
Empecé a enamorarme de mi pelo. Sí, enamorarme es la palabra. Quería saber más y más de él, de cómo cuidarlo, y cuidarlo bien. La cosa iba sola, el pelo se iba rizando año tras año volviendo a su textura natural, incluso mi hermanito se animó también a cuidar de su afrito. Empecé aprender peinados, descubrir champús nuevos, y sobre todo a sentirme más yo.
Llevar mi pelo natural es sentirme libre, sentir mis raíces africanas, de las cuales estoy muy orgullosa, sentirme YO, porque no es que lleve el pelo así por moda, por estética o tendencia es porque es así desde que nací y me encanta esta mezcla que hay en mi. Yo no llevo el pelo “a lo afro” yo llevo MI AFRO.
Ésta es la historia de Lina, una historia que habla de reencuentro y reafirmación, de conexión con la propia esencia. Una historia bonita.
Me gustaría que dejaras un comentario para Lina. También te voy a pedir que, si te ha gustado la historia, la compartas en tus redes sociales para que más personas conozcan su historia.
Si tú, como el resto de chicas que ya lo han hecho, quieres compartir tu historia en el blog, envíame un mail a flor@negraflor.com, con el asunto “Historias de las lectoras” con las fotos que quieras (si es más de una, yo haré una composición) y publicaré tu historia en el blog, y las fotos en el álbum de la página de fans y en el tablero de Pinterest.
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4 Comments
Lina, te felicito por creer en ti y apostar por tu pelo natural. El tiempo te ha dado la razón, tienes un pelo precioso!
Me gustaría leer la historia de Liliana
Pincha en la foto, Montse; la podrás leer. Gracias.
Me parece super el que nos reconozcamos, es una manera hermosa de imponernos. Somos muchas más cada día.